Si alguien nos pregunta qué es lo primero que nos viene a la mente al oír hablar de Barcelona, es probable que nuestra respuesta tenga que ver con la arquitectura de Antoni Gaudí, el estallido de colores de las Rambles o las encantadoras callejuelas que tejen el barrio Gòtic. Y aunque todos estos lugares son un emblema de la capital catalana, la Ciudad Condal también cuenta con otro atractivo turístico de primer orden: los vestigios de la Barcelona romana.
La pequeña localidad creada hacia el año 15 a.C. y bautizada como Colonia Iulia Augusta Faventia Paterna Barcino nos ha legado infinidad de rincones que merece la pena descubrir sin prisas. Por eso, si el tiempo disponible así lo permite y no tienes que ver Barcelona en dos días, te proponemos un viaje hasta el Imperio romano, en el que te aguardan domūs, murallas, un magnífico templo, termas, tiendas y otras construcciones que no te dejarán indiferente.
Si todos los caminos llevan a Roma, los de Barcelona no se quedan atrás. ¿A qué esperas para comprobarlo?
LAS CALLES DE LA ANTIGUA BARCINO
El subsuelo de la plaza del Rei, una de las más llamativas de la ciudad, esconde en sus entrañas un tesoro único: los restos de la Barcino romana del siglo I a.C., la Barchinona visigótica del siglo VII y la ciudad medieval del siglo XIII. La parte más importante de este conjunto monumental, que hoy forma parte del Museu d’Història de Barcelona (MUHBA), corresponde al área que ocupaba la colonia romana. Allí tendrás la oportunidad de pasear por las calles de esta pequeña urbe, ver un tramo de la muralla y entrar en una lavandería, una factoría de salazones y garum —una salsa espesa elaborada con vísceras de pescado— y un almacén de vino, así como diversas casas.
LAS COLUMNAS DEL TEMPLO DE AUGUSTO
A priori, cuesta imaginar que el interior del bloque de viviendas de la recoleta calle del Paradís, 10, dé cabida a cuatro columnas de orden corintio y un fragmento del friso de un templo romano. Se trata del templo de Augusto, levantado a finales del siglo I a.C., y del que se sabe que en el siglo V aún seguía en pie, aunque muy deteriorado. Pese a que se documentó en la Edad Media y la Edad Moderna, su pista se perdió hasta que una excavación realizada en 1835sacó a la luz el friso y seis columnas, la mitad de las cuales se derrumbó quince años después a causa de unas obras cercanas. En 1879, se localizaron unos fragmentos que permitieron reconstruir otra columna. Esta permaneció en la plaza Rei hasta 1956, fecha en la que fue llevada a su emplazamiento actual. Si quieres acceder a este peculiar espacio, consulta el sitio web del MUHBA. La entrada es gratuita.
DOMUS AVINYÓ
Las particularidades de la Barcelona romana desconciertan a algunos historiadores. Entre las más insólitas, cabe referirse a la gran cantidad de domūs de lujo que se concentraban en la ciudad, la ausencia de casas de familias humildes dentro de la muralla, la existencia de tres termas públicas e incluso de termas privadas dentro de algunas viviendas… Un ejemplo de esta opulencia es la Domus Avinyó, abierta al público en 2015 y situada junto al perímetro amurallado (Avinyó, 15). Fechada entre los siglos I y IV d.C., destaca por la rica decoración pictórica del techo y las paredes. Para conocer los horarios de visita, se recomienda consultar el sitio web del MUHBA.
DOMUS DE SANT HONORAT
La otra gran casa de la Barcelona romana que puede visitarse se encuentra en el barrio judío o Call, en la calle de la Fruita, 2. Esta domus del siglo IV d.C. conserva un jardín interior (viridarium), de unos 100 m2 y un estanque central (lacus) circundado de un pasillo porticado (peristilum) con un llamativo pavimento de mosaico (opus musivum). También hay habitaciones privadas con mosaicos geométricos y pinturas en las paredes. Asimismo, se pueden contemplar los restos de tres tiendas o tabernae, que posiblemente fueron alquiladas por el propietario de la casa. Por último, en el interior también hay unos silos del siglo XIII. Como en los casos anteriores, el recinto pertenece al MUHBA y es una de las casas históricas de Barcelona abiertas al público.
LAS TERMAS ROMANAS DE REGOMIR
Otro de los grandes secretos del barrio Gótico son unos baños públicos, un fragmento de muralla y dos torres romanas que fueron localizados en 1998. Los vestigios se hallan en los bajos del número 7-9 de la calle de Regomir, una ampliación del centro cívico Pati Llimona (el acceso es libre y gratuito dentro del horario del centro). La zona de aguas, conocidas como termas del mar, es del siglo II, mientras que el tramo de muralla y las torres corresponden al siglo IV. En este lugar, también serás testigo de algunos detalles curiosos, como los restos de una chimenea que perteneció a una vivienda medieval.
ACUEDUCTO DE BARCELONA
Antes de levantar la primera muralla de Barcelona, los romanos construyeron un acueducto que abastecería la nueva colonia con agua del río Besós. De ahí que esté considerado como la primera obra pública de Barcino. Oculto durante siglos tras edificios posteriores, este concienzudo trabajo de ingeniería ha conservado cuatro arcos en el muro de una construcción del siglo XVIII, situada en la plaza del Vuit de Març. Redescubierto en 1988, el acueducto es una de las huellas menos conocidas de la Barcelona romana, pero bien merece una visita. Al estar al aire, puedes acercarte hasta allí en cualquier momento del día.
PORTAL DE ENTRADA A LA CIUDAD DE LA PLAZA NOVA
Los orígenes de la plaza Nova hay que buscarlos en 1358, fecha en la que se ubicó allí el mercado de la Palla. Allí se alza una de las cuatro puertas de entrada a la ciudad, que daba acceso al foro a través de una de las dos calles principales de Barcino: el Cardo. Aunque esta parte de la muralla se reformó en el siglo XII, tanto la muralla como las torres de defensa se levantaron entre los siglos I a.C. y IV d.C. En la torre de la izquierda, adosada a la Casa de l’Ardiaca, se ve la reconstrucción (1958) de un fragmento del acueducto romano. Justo delante, hay un poema visual del artista Joan Brossa, que forma la palabra Barcino.
VÍA SEPULCRAL ROMANA
Situada en la actual plaza de la Vila de Madrid, la vía sepulcral romana es un vial secundario que comunicaba la colonia de Barcino con lo que hoy es el barrio de Sarrià. A ambos lados, se puede ver una necrópolis con tumbas de personas humildes que vivieron entre los siglos I y III d.C. Poco a poco, la zona quedó enterrada. En 1588, se construyó justo encima un convento carmelita, hoy desaparecido. La recuperación del antiguo cementerio romano no se produjo hasta 1956, año en el que se excavó el lugar para construir el edificio que actualmente se eleva en el sureste de la plaza. El recinto forma parte del MUHBA, por lo que te recomendamos echar un vistazo a su sitio web para conocer los horarios de visita.
Por otro lado, no hay que perder de vista que el Museu d’Arqueologia de Catalunya (MAC) —paseo de Santa Madrona, 39— también da cabida a un buen número de esculturas y mosaicos romanos. Uno de los más espectaculares es el mosaico el Circo, de casi 8 m de longitud y descubierto en el Palau Comtal Menor en 1860. Esta ora representa una carrera de cuadrigas que probablemente se disputó en el circo Máximo de Roma.
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¿Qué te parece este recorrido por la Barcelona romana? Si ya lo has realizado o quieres sugerir otros puntos de interés, no dudes en mandarnos tus comentarios.
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